“War is cruelty. There's no use trying to reform it.
The crueler it is, the sooner it will be over.”
Gral. William T. Sherman
Ejército de la Unión
Algunas consideraciones previas
Ortega y Gasset definía al ensayo como “la ciencia sin la prueba explícita” y este breve escrito ciertamente no pretende ser un trabajo de investigación histórico, sino simplemente una aproximación ética a una serie de eventos que aún hogaño siguen provocando encendidos debates en torno a su protagonista principal, dada la magnitud y trascendencia de los sucesos a los cuales nos referiremos. No nos basaremos únicamente en creencias propias o ajenas al redactar este ensayo “en grado de tentativa”, sino en un análisis más o menos pormenorizado de los componentes morales, históricos y estratégicos que generaron el asunto que nos convoca. Sin embargo, sería cándido considerar que un examen de las características que hemos planteado resultara impoluto, quizá hasta correcto en sus formas, pero en realidad lo que estaríamos engendrando sería una creatura, incolora, inodora e insípida y de dudosa calidad académica. Como bien afirmara Sir Arthur Eddington en su inmortal “
Ahora bien, este pretendido análisis de mentas que haremos a continuación tiene sus cimientos en los “hechos históricos” en sí y que por urgidos y vehementes que somos, manifestaremos que el material a ser observado, como si fuéramos los tan aborrecidos periodistas de Sherman, son las campañas militares que este distinguido general del Ejército de los EE.UU. llevó a cabo entre los años 1864 y 1865 en Atlanta, Savannah y las Carolinas.
Sin embargo, como gustamos de cierto oscuro deseo sadomasoquista de mortificarnos nos preguntaremos antes de principiar a “valorar” y comprender lo sucedido, qué hace que un hecho sea considerado histórico o no histórico, vale decir, qué hace que estos “hechos” que trataremos posean el carácter de “histórico”. Edward Hallet Carr, el afamado historiador británico, acérrimo enemigo del empirismo historiográfico nos da una soberana bofetada al revelarnos que “Solía decirse que los hechos hablan por sí solos. Es falso, por supuesto. Los hechos sólo hablan cuando el historiador apela a ellos: él decide a qué hechos se da paso, y en qué orden y contexto hacerlo”. De pronto nos desayunamos con una dosis masiva de desilusión por más que acudamos a Pérez Amuchástegui y su modoso “res gestae” o por qué no a Bauer. De pronto advertimos que nuestro estudio valorativo de un hecho histórico sobrecargado de sentimientos encontrados que se han perpetuado en el tiempo y nos han alcanzado, podrá ser calificado de cualquier manera, salvo de… “objetivo”, tanto desde el campo del conocimiento histórico, como del filosófico. De pronto sólo queda resignarnos a arriesgar una mayor o menor bizarría en nuestras apreciaciones, pero no más allá.
Todas estas disquisiciones anteriores, han tenido como único norte despejar cualquier duda o pensamiento peregrino al lector desprevenido que bien podría traer consigo la íntima esperanza de elucidar finalmente cómo y por qué los hechos de Atlanta y las Carolinas se dieron así y si los protagonistas obraron acorde a la ley, las costumbres o a la naturaleza misma de la guerra y en todo caso, llevando estas elucubraciones más allá aún, si se obró bien o se obró mal y que constituye precisamente el núcleo de este fenomenal galimatías y es nuestro deber desencantarlo.
A los fines de ordenarnos de manera coherente, ofreceremos primeramente un somero marco teórico en el que estarán incluidos conceptos diversos; seguidamente, un esbozo de los acontecimientos y así ubicarnos en las coordenadas de espacio y tiempo. Paralelamente los ilustraremos desde el campo estratégico, para luego transitar por el tramo final, cuya meta es la valoración moral de lo acaecido con la única advertencia de no utilizar anacronismos variopintos muy en boga.
Algunos conceptos previos
Desde el principio de los tiempos nos hemos preguntado qué hace que una acción sea considerada buena o mala. Una cuestión insoslayable, que en realidad no se halla tan alejada de nosotros, incluso en nuestra vida cotidiana oportunidades de elección se presentan, casi como pequeñas situaciones límites del mejor Jaspers. “Todo me es lícito, más no todo me conviene, todo me es lícito, pero no todo edifica”, nos recuerda Pablo de Tarso en
Hasta aquí hemos descripto ceñidamente un arduo y caro concepto que devana los sesos de teólogos, moralistas, filósofos y antropólogos de esta parte del mundo llamado Occidente. Sin embargo, hemos de señalar que el concepto citado está en íntima unión, casi carnal, con otro que también ha ocupado el tiempo y el esfuerzo de pensadores de todos los tiempos: la naturaleza humana y su relación con el bien y el mal. Dice
Acto seguido, conviene aclarar qué entendemos por “guerra total”. Es habitual definirla como aquél tipo de guerra en la que los países movilizan todos sus recursos, humanos, militares, agrícolas, industriales, tecnológicos, científicos o de cualquier índole para destruir totalmente la capacidad de otro país o nación de entablar una guerra. ¿Fue acaso una invención de William T. Sherman? La respuesta es negativa. Más aún, este tipo de enfrentamiento ha sido empleado desde tiempos remotos y tal vez descubramos rastros de esta “total warfare” incluso en
Algunos ven en el teórico de la ciencia militar, Carl von Clausewitz como el creador del concepto cuando lo que él define es la “guerra absoluta”. Para este historiador militar prusiano, el objetivo de la guerra es desarmar al enemigo; la guerra es un acto de fuerza y su aplicación no tiene límites. El país, con su territorio y su población, no solamente es el origen de las fuerzas militares propiamente dichas, sino que también es parte plena en sí de los factores que intervienen en la guerra. La guerra – continúa Clausewitz – es decir, la tensión hostil y la acción de las fuerzas hostiles, no se puede considerar acabada hasta que la voluntad del enemigo también haya sido sometida; es decir, hasta que el gobierno y sus aliados hayan sido inducidos a firmar la paz o hasta que el mismo pueblo se someta. Ya veremos cómo Sherman llevará a la praxis esto último.
Se afirma que el arma principal de Sherman no fueron las balas o los rifles Springfield del 61 o el Enfield del 53, sino los simples y elementales fósforos… El teórico de la guerra chino Sun Tzu (siglo VI a. C.) nos comenta en su “Arte de
Finalmente, antes de pasar a la descripción de los hechos tal y como sucedieron, diremos que fue el general alemán Erich Ludendorff quien llevó adelante la “guerra total” propiamente dicha, con la salvedad de que éste, contrariamente a Clausewitz, promovía con firmeza la subordinación de la política a la guerra y la idea más delicada todavía que se sustanciaba en una victoria o derrota totales. Cualquier similitud con la actitud nipona de resistir hasta el último soldado defendiendo Tokio hacia los primeras jornadas de Agosto de 1945, no es mera coincidencia. A continuación, cómo se llega al estado de cosas en 1864.
Que trata acerca de los sucesos que llevaron a
Como todos sabemos, hacia 1861 coexistían dos países bien diferenciados insertos en los llamados Estados Unidos de América y que habían coexistido desde su nacimiento. La línea Mason – Dixon (1763 – 1767) había postergado el necesario debate sobre el problema de la esclavitud, en virtud de la cual, los geógrafos y astrónomos Charles Mason y Jeremiah Dixon, trazaron una línea que separaría a las entonces colonias británicas que aceptaban la esclavitud y a las que no. En 1820, dentro del Congreso de los EE.UU. se da el “Compromiso de Missouri”, por medio del cual, se aceptaba un empate virtual de once Estados abolicionistas y once esclavistas. En 1854, se sanciona
En 1857, el caso Dred Scott contra Sandford causó un revuelo sin precedentes, pues
No olvidamos las causas económicas. En el norte se disfrutaba de la industrialización pujante y arrolladora llevada a cabo por una clase burguesa que iba adquiriendo cada vez más poder y favorable al proteccionismo, por razones obvias, ya que las industrias constituyen siempre el componente más débil de
Por fin, el nuevo Partido Republicano postularía a un hombre de Kentucky para las presidenciales, ganando las elecciones con el 40% de los votos y su equivalente en electores que se elevaban a 180. El Sur, feudo demócrata, inmediatamente sancionó la separación con “Carolina del Sur” liderando la “rebelión”, seguida de “Georgia”, Missisipi y Texas, “el Sur profundo” y quebrando a
Cuatro Estados más se sumaron a
Un primer intento de “guerra total” lo bosquejó Scott con su “Plan Anaconda” y que consistía esencialmente en atenazar y ahogar económicamente al Sur confederado, bloqueándolo por todos los flancos incluso por mar y evitar que obtuviera ayuda desde el exterior o que comerciara con naciones neutrales. El Plan fue ridiculizado, pero Sherman demostró cuando ejecuta su Campaña al Mar y a las Carolinas que la idea era excelente.
La enfermedad proseguía su curso, sin señal de ceder. Muy al contrario, los encuentros eran cada vez más sangrientos y se producía día a día la tan temida escalada de violencia sin vislumbre de cese. Bull Run, victoria confederada, Vicksburg y Gettysburg victorias federales, no hacían más que confirmar que el Sur, de todos modos, seguiría combatiendo hasta el último hombre, aunque la contienda ya estaba perdida. La solución no procedería de un enfrentamiento bélico tradicional como los que llevaba a cabo Ulisses S. Grant, sino mediante la utilización de la “guerra total” y que catapultaría a
Éste convenció al Presidente Lincoln y a su superior inmediato, Grant, de que los traidores a
Que trata acerca de los sucesos de
de Sherman desde Atlanta a Columbia
“Si la gente vocifera contra mi barbarie
y crueldad, yo les responderé que la guerra
es la guerra y no búsqueda de popularidad”
William T. Sherman
Como vimos, Sherman comprendió los alcances de Anaconda, pero él lo haría efectivo ahogando al Sur, no en un mar de sangre como figura en la leyenda negra gestada contra Él, sino en un mar de fuego implacable y tierra arrasada que acabaría con los recursos rebeldes y que coadyuvaría a la victoria final sobre Lee.
Grant deja su puesto de comandante en jefe del Teatro de Operaciones Occidental y asume Sherman. Desde mediados de 1864 hasta Diciembre de ese año cumplimentaría su célebre “Marcha al mar” que consistía en llevar a su ejército de aproximadamente 62 mil hombres a través de Georgia y las Carolinas, devastando todo a su paso y viviendo del suelo que pisaba y cuyos habitantes por primera vez sentían el peso de la guerra. No obstante que los límites entre combatientes y civiles se acortaban drásticamente, las bajas de los segundos fueron prácticamente irrelevantes. Sherman no perseguía la destrucción física de la población, ciertamente hostil, sino su desmoralización completa… y lo logró.
El 11 de Septiembre de 1864, el Alcalde de Atlanta, James Calhoun, por medio de una esquela enviada a Sherman solicita a éste revoque la orden de evacuación de la ciudad por razones humanitarias. Le contesta el general: “You cannot qualify war in harsher terms than I will. War is cruelty, and you cannot refine it; and those who brought war into our country deserve all the curses and maledictions a people can pour out. I know I had no hand in making this war, and I know I will make more sacrifices to-day than any of you to secure peace. But you cannot have peace and a division of our country (…) The only way the people of
Y llegaría la “Hora del Fuego”. Es inexacto que Sherman quemara
Con respecto a las vías del ferrocarril, se hicieron famosas las “corbatas de Sherman”: eran rieles ferroviarios que, calentados al rojo, se los retorcía alrededor de los árboles, lo que imposibilitaba su reutilización por parte de los rebeldes. El Sur ya no estaba en condiciones materiales para reconstruir bienes, sólo pensaba en la supervivencia y en necesidades primarias.
¿Compartían sus muchachos su filosofía de la guerra total? Nos cuenta el historiador James McPherson en su, “Battle Cry of freedom: the Civil War Era”: “Sherman´s soldiers shared their leader´s total war philosophy. Acting on it, they put the torch to everything of military value”. Es interesante la opinion del Mayor Henry Hitchcock, “Marching with Sherman”: “While I deplore this necessity daily and cannot bear to see the soldiers swarm as they do through fileds and yards… nothing can end this war but some demonstration of their helplessness… This Union and its Government must be sustained at any and every cost; to sustain it, we must war upon and destroy the organized rebel forces, - must cut off their supplies, destroy their communications… and produce among the People of Georgia, a thorough conviction of the personal misery which attends war, and the utter helplessness and inability of their rulers, State or Confederate, to protect them… if that terror and grief and even want shall help paralyze their husbands and fathers who are fighting us… it is mercy in the end”.
La caída de Atlanta el 2 de Septiembre de 1864, es la causa primera de la reelección del presidente Abraham Lincoln. Permanecería en ella por espacio de dos meses, hasta el comienzo de la “Marcha hacia el mar” en Noviembre 15 de ese año. Con fecha 9 de ese mismo mes, puede comprobarse que Sherman no deseaba la devastación indiscriminada, salvo en los casos de abierta hostilidad por parte de los civiles o guerrilleros: “In districts and neighborhoods where the army is unmolested, no destruction of each property should be permitted; but should guerrillas or bushwhackers molest our march, or should the inhabitants burn bridges, obstruct roads, or otherwise manifest local hostility, then army commanders should order and enforce a devastation more or less relentless, according to the measure of such hostility”. Existió una correspondencia entre el grado de destrucción y el grado de hostilidad civil. El Atila del que hablaban y hablan los sureños al parecer no se dio en la realidad.
La “Marcha al Mar”, fue decidida por Sherman tiempo antes. Cuando un reportero lo interpeló acerca del objetivo antes del inicio de
Tras Savannah, Sherman le escribe a su presidente “Honest Abe” Lincoln y le ofrece como presente de Navidad el puerto recientemente tomado. ¿Cómo evalúa el General su “Marcha”? – con modestia – : “Still, then, as now, the march to the sea was generally regarded as something extraordinary, something anomalous, something out of the usual order of events; whereas, in fact, I simply moved from
El Comandante en Jefe de Sherman, Ulisses Simpson Grant, ordenó el embarque de su ejército en naves federales, luego de Savannah, para reunirse con el Ejército del Potomac y atacar al General Robert E. Lee. Nuevamente apeló a su amigo y lo convenció de proseguir la guerra total hacia lo que él consideraba “la madriguera de la traición”: Carolina del Sur… Sin embargo, los propios rebeldes creían muy improbable la viabilidad de esta campaña, pues a Sherman no e tocaría el alegre y seco otoño como en Georgia. Le llegaron informes al General Joseph Johnston (Ejército de
Abandonaron las tropas de
Que trata acerca de las consideraciones éticas de los sucesos descriptos
El material de análisis descripto, vale decir, Atlanta, Savannah y las Carolinas no puede sustraerse a la subjetividad como vimos al principio, pero al menos nos acercaremos lo más humanamente posible a una valoración de los hechos: ¿Cómo actuó Sherman? ¿Es factible enjuiciarlo a la luz de los tiempos actuales? ¿Nos es concedido hacerlo sin caer en aberrantes anacronismos? ¿Por qué optó por la guerra total? ¿Fue justo o injusto al hacerlo? A priori sabemos que todos estos interrogantes que nos acicatean tienen su respectiva solución y que están por lo demás, íntimamente vinculados, cual complejo sistema de pesos y contrapesos.
A nuestro humilde entender William Tecumseh Sherman no sólo actuó bien y acorde a moral, sino que actuó motivado por un fin trascendente: “la paz”. Siempre estuvo en la mente del “Tío Billy” lograr lo que los cañones de Gettysburg no consiguieron: acallarlos y reunificar la “Casa Dividida” que había puntualizado Lincoln. Para
Como sabemos, todo Estado se compone de cuatro elementos y
Los actos humanos son voluntarios y libres y también morales, es decir dotados de una propiedad que los hace buenos o malos (Jolivet). El bien en sentido moral o bien propio de la acción libre en cuanto tal expresa fundamentalmente la conveniencia o conformidad del objeto o del acto querido con el bien de la persona humana. La recta razón es la que determina qué actos son virtuosos o viciosos. La virtud es el hábito del bien, es decir una disposición estable a obrar bien, mientras que le vicio es la disposición estable a obrar mal.
¿Y entonces, dónde colocamos a nuestro general?, ¿dentro del grupo de los virtuosos o por el contrario en el de los viciosos? Como ya hemos visto, siempre procuró alcanzar su objetivo estratégico operacional, como comandante del Teatro de Operaciones Occidental, que a su vez provenía de
En ningún momento obraron Lincoln, Grant y Sherman, siguiendo la escala de mando motivados por una naturaleza bestial como bien sugerirían Hobbes y Freud cuando hablan del Hombre y sus “tendencias naturales”. Claro está, que desde las alturas del Poder en Washington, hasta el mugroso pantano de Carolina del Sur, los objetivos virtuosos pueden trastocarse merced a acciones individuales no virtuosas o medianamente viciosas, traducidas en “excesos”. Los detractores del Tío Billy y sus muchachos, vale decir, los vencidos en Appomatox, hicieron siempre hincapié en estos “efectos colaterales”, olvidando maliciosamente que fueron ellos quienes causaron la guerra. No en vano, como ya citamos, Sherman les echa en cara a las damas de Columbia a la auténtica “causa eficiente” del incendio de su ciudad, deslindando responsabilidades con la típica franqueza shermaniana.
Sin embargo, si endurecemos nuestro discurso y damos cuenta del maquiavélico concepto de “Razón de Estado”, también repararemos que el gobernante (Príncipe, emperador o Presidente de los Estados Unidos de América o como se llame), ejercerá su Poder que le ha sido conferido para preservar la salud o incluso incrementar la fuerza del Estado que tiene a su cargo. La enfermedad de la guerra requería de medicamentos para concluirla y Lincoln los aceptó de la mano de Sherman. Los detractores alegaron y alegarán in saecula saeculorum que esas medicinas fueron inhumanas y desproporcionadas. Sostenemos como una verdad evidente que esto es falso. Los blancos civiles fueron materiales y por ello las bajas humanas, constituyeron un número desestimable. Sherman fue un destructor de recursos y no el monstruo que pretendieron los vencidos dibujar a grandes pinceladas para la posteridad.
Sherman hoy: sería disparatado y un soberano mamarracho poco serio enjuiciar al personaje que nos ocupa, con la cosmovisión del siglo XXI, no porque estemos a favor de Fukuyama y su profecía sobre el fin de las ideologías en
Se le endilga a Sherman ser el “padre de la guerra total”. Los sucesos de Atlanta, Savannah y Columbia prueban la eficacia de la misma, desde el punto de vista militar. Pero por otra parte, hay quienes afirman que es un antecedente nefasto de los excesos que se cometerían en el siglo XX. En torno a la figura de William Sherman se ha tejido un enmarañado mito de brutalidad y violencia sin límites, producto justamente del resentimiento generado desde el “Sur profundo”. Dícese que
La guerra total de Sherman fue justa. ¿Cómo arribamos a esta afirmación? ¿Mediante la deducción o el capricho? Nos contesta San agustín: “No se busca la paz para mover la guerra, sino que se infiere la guerra para conseguir la paz. Sé, pues, pacífico combatiendo, para que con la victoria aportes la utilidad de la paz a quienes combates”. San Agustín en “Ad Bonifacium”. El objetivo de Sherman, al igual que el de Grant y el de Lincoln era llegar a la paz cuanto antes. Ellos tenían muy en claro el desatino de las guerras civiles, como en su época el Obispo de Hipona, “otra especie peor de guerras, y de peor condición, es a saber, las sociales y civiles, con las cuales se destruyen más infelizmente los hombres”, Civitas Dei, XIX, 7. Fue justa porque sus objetivos en todos sus niveles estratégicos también lo eran. La existencia misma de
“In medio stat virtus, quando extrema sunt vitiosa”: evitó en todo momento cometer excesos, reaccionando sólo ante la ofensa del enemigo que obraba por desesperación como en el caso de las minas antipersonal (en esa época llamadas “torpedos”) sembradas en los caminos por donde transitaban sus “muchachos”. Podría haber cometido toda clase de tropelías con un ejército de 62 mil hombres. Podría haber masacrado y derrochado sangre sureña, en especial en Carolina del Sur, la cuna de la defección. Todo lo podría haber hecho y no lo hizo. Se limitó a cumplimentar su objetivo que manaba directamente de Lincoln. No desató a los “perros de la guerra”… Ahí yace su grandeza y su virtud… Nos dice por último Marszalek en referencia al epitafio que él mismo escogió “Fiel y honorable”: “‘Faithful and Honorable’. He was that. (…). He brought distinction and integrity to whatever he did, (…). He remained a soldier always, the Civil War the defining moment. Without his presence on its battlefields, the
Concluiremos esta brevísima relación con un aporte de SS León XIII, pues nos parece atinado como colofón en honor al “Tío Billy”, para que la verdad histórica no sea desvirtuada: “
Fin de