Marco Aurelio, el emperador cristiano que no fue...
Un 26 de Abril del año 121 de nuestra era, nacía uno de los últimos buenos emperadores que dio Roma: Marco Aurelio Antonino Augusto, representante de la denominada “escuela estoica” de Filosofía. La educación juvenil de este monarca fue muy esmerada, con preceptores tales como Diogneto, Apolonio, Frontón, Alejandro el Platónico o Cátulo. Sería lícito acotar que durante esta época, hubo una renovación de la cultura griega, en especial a través de la Segunda Sofística, que también apelaba a la “retórica” para atraer vastos auditorios. Marco Aurelio, finalmente desdeñó la misma, a contra corriente de la moda de su tiempo. Casi un misterio indescifrable: por qué Marco Aurelio no abrazó o al menos no persiguió al cristianismo que venía asomándose a la luz de la Historia. La respuesta quizá la tiene U. Wilamowitz, quien sagazmente afirmó “(…) tenía la fe y tenía la caridad, lo que le faltaba era la esperanza”. Curiosamente, su humanitarismo lo aproxima demasiado al cristianismo y lo aleja del viejo estoicismo pues el pensamiento de Marco esta imbuido de “piedad”: “Lo propio del hombre es amar a quienes nos dañan” (Meditaciones VII, 22). Casi como una cruel ironía, este pacífico hombre amante de la sabiduría, vivió casi todo su reinado en pertinaz guerra contra partos y germanos del “limes”. Ascético y descontento consigo, descontento pues desea ser mejor aún y desconsolado, le da un tono dramático a su obra. Marco Aurelio, un emperador cristiano, que no fue…
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