“La Verdad no necesita de nuestras mentiras” decía SS. El Papa León XIII. Sabemos que la Historia no es una ciencia exacta y por ende, está más o menos contaminada por la subjetividad del observador quien inocente o malicioso tentará manifestarnos “su verdad”. Y quizá su verdad estriba en prejuicios de orden político, económico, social, filosófico o incluso personales y familiares. Ergo, ¿daremos crédito a los historiadores que nos presentan anacronismos que violentan la Verdad histórica hasta hacerla ininteligible o peor aún, caricaturesca? Sostenemos que esto sería un error. A modo de ejemplo vaya el concepto tan vapuleado de “genocidio”. Historiadores de divulgación masiva han incurrido en un verdadero abuso del mismo, aplicándolo a los más diversos y lejanos procesos históricos imaginables. Estos pseudo investigadores, seguramente han colocado a Clío a borde de la demencia tras hacer públicas sus absurdas conclusiones viciadas por todos esos elementos de marras. ¿Acaso no suena ridículo hablar de genocidio en América por parte de España? Errores malintencionados como el anterior pululan por doquier en las obras de textos que supuestamente educan o mal educan a nuestros jóvenes, pero también en obras de mayor envergadura y obviamente en la web.
Miente, miente,… que algo quedará… acostumbraba manifestar el ministro de propaganda Joseph Goebbels.
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